jueves, 18 de marzo de 2010

capitulo 26





Ramiro  se ha quedado en shock al saber que tiene una hija con Mercedes. Ella está derretida por el look más agresivo de él.

--no nos deja pasar a tu hija y a mí? --pregunta Mercedes.

Él les deja paso. Se quedan en la entrada.  La bebita duerme en los brazos de esa mujer que se presenta como su madre. Ramiro  no deja de mirarlas. Se acaricia la cabeza. Mercedes se acerca a él:

--no quieres tomar en brazos a tu hija?

Es en ese momento cuando él reacciona:

--mi hija... esta bebé... ¿¿mi hija?

Habla muy nervioso, se lleva mucho las manos a la cabeza. Con una sonrisa Mercedes dice:

--pues sí ya ves... no esperaba salir embarazada pero pasó...

--¡no puedes venir después de tanto tiempo con una historia como esta¡ --dice él desesperado.

Mercedes habla muy tranquila y siempre mostrando a la pequeña. Está segura que tiene las de ganar.

--no pasó tanto tiempo... apenas 8 meses... el tiempo justo... Dejé esta casa embarazada de ti...

--y porque no me lo dijiste? --él angustiado no quiere creer que sea verdad.

--me echaste y de noche...

--¡¡pero un hijo es un hijo...¡¡ --él muy alterado.

Mercedes se hace la mártir, la bondadosa:

--fue por no preocuparte, no quería  que dijeras que lo dice para retenerte... No tenía pensando decírtelo...

Ramiro  no sale de su asombro:

--¡¡me lo ibas a ocultar para siempre¡¡?

--fuiste muy especial para mí pero no quería atarte a mi vida...

--¿y qué cambió? --con ironía.

Mostrándole a la bebita dice con emoción:

--Manuelita pasó... Me la mandó tu abuela... Ella quería que estuviéramos juntos...

Mercedes acerca la pequeña a Ramiro  para que la toque pero éste se mantiene frío. Con una hija de él Mercedes puede al fin decir lo que tenía tragado:

--me enamoré de ti... quería tanto verte...

Ramiro  tiene el rostro desencajado por la sorpresa. No sabe bien sí se le hace más extraño la idea de que es papá o la declaración de amor de Mercedes. Ve amor, dolor en la mirada de ella y es algo que lo conmueve.

--¡¡no me puedes amar...¡ ¡¡no pasó nada entre nosotros...¡

Mercedes besa a la bebita:

--me diste una hija y eso sólo puede ser fruto del amor más hermoso y puro.

Ramiro  se lleva las manos a la cabeza:

--fue sexo, Mercedes...

Mercedes lo mira enamorada. Ramiro  siente ese amor y le desconcierta. No puede entender como esa mujer tan lujuriosa que le hizo vivir el sexo como ninguna otra se pudo enamorar de él.

--No sabes lo que une a una mujer sentir en el vientre como crece la semilla de un hombre... un hombre que te gusta... Tú sabes que a mí me gustabas mucho... Era imposible no amarte llevándote tan a dentro...

Ramiro  está desconcertado. Se calla por unos segundos. Mercedes lo mira a los ojos. Esos ojos, ese rostro que la enamoró. Por un momento Mercedes piensa en Emilio, en ese chico que quedó hechizado por Ramiro , que disfrutó estando a su lado en el lavabo. Y ahora es Mercedes, una mujer que lo amó, una mujer que tiene un brazos una hija con la sangre de él y que está hablando con el gran amor de su vida. Ramiro  no sabe qué decir. Finalmente rompe el silencio con un ahogado: 

--¿¿¡pero no te cuidabas?¡ ¿¿¿como no te cuidabas?¡¡

Él habla muy alterado. Ella no. Ella está calmada. La mirada de él la llena de calma.

--sí me cuidaba --miente ella-- pero ya te lo digo... me la mandó tu abuela... Yo no esperaba ser madre pero esta bebita que lleva tu sangre (en eso no miente) es lo mejor que me ha pasado. 

La mirada enamorada de ella, la felicidad que siente por ser madre a él lo impacta. Le gusta sentirse querido.

--ahora yo quiero que mi hija conozca a su padre... --dice ella.

--y como sé que es mi hija...? --pregunta él desconcertado.

Ella le habla con calma. Sin enojos:

--No te estoy reclamando nada... Sólo me gustaría un lugar donde dormir... hasta que consiga algo... No tengo donde ir, te juro que no te pido nada... 

Ramiro  no dice nada. En ese momento baja Germán. Se sorprende por lo que ve. No le gusta ver a Mercedes pero esa bebita que duerme en los brazos de Mercedes le da paz y hace que se olvide de todo. De entrada a ella le da miedo que Germán descubra que es su hija. Luego se da cuenta que es una arma a su favor. Germán mira a esa pequeña, la acaricia la besa y no lo duda:

--¿es la hija de ustedes?

Ramiro  no sabe que decir:

--bueno, yo...

Mercedes no pierde la oportunidad:

--Sí, es nuestra hija... No quise que Ramiro  lo supiera por miedo a que me rechazara pero he comprendido que no se puede alejar a su hija del padre...

Ramiro  no dice nada. No tiene palabras. Germán está impresionado con la pequeña:

--la puedo agarrar...?

--Si claro...

Mercedes deja a la bebita en brazos de Germán. El hombre llora de emoción y mira a su primo.

--¡¡Es tu hija... Es tu hija...¡¡¡ --dice Germán muy contento a su triste primo.

Y besa a la pequeña a la que habla con mucho amor:

--soy tu tío... te voy a querer mucho...

Mercedes y Germán hablan como si Ramiro  no existiera.

--como se llama?

--Manuela.

--te vas a quedar en esta casa, no?

Ramiro  balbucea un no sé. Mercedes dice:

--no tengo donde ir pero eso depende de Ramiro ... no quiero molestar...

--Yo te dejo la habitación... Así podrás vivir bien con tu hija... Es la habitación de mi abuela... Nadie quiso compartirlo conmigo... No tengo buen carácter... --Germán.

--¿y tú donde vas a dormir?

--No sé... eso depende de Ramiro ...

Mercedes está feliz por lo bien que está saliendo todo.  Ramiro  está muy desconcertado pero Mercedes está segura que Germán es ahora su aliado.

--le toca el biberón a la niña... ¿puedo ir a la cocina a preparárselo?

--si claro... ¿no le das el pecho? --Germán.

--No... el médico me dijo que no era buena mi leche para la bebita...

--te acompaño a la cocina...

--No, quédate con mi hija...

Y mira a Ramiro .

 --los dejo a solas para que hablen y que se vayan conociendo padre e hija...

Mercedes no piensa bien lo que hace. Actúa sobre la marcha y como todo le sale tan bien pues está segura que un ángel guía sus pasos. Ramiro  mira desconcertado a la bebita y a su primo que es quien la carga:

--¿crees que es mi hija?

Germán casi se escandaliza:

--¡claro que sí...¡ ¡¡tiene los ojos de la abuela...¡ ¡¡Mírala...¡

Ramiro  mira a esa pequeña tratando de sentir cariño por ella pero no puede. No puede sentir el mismo entusiasmado con la pequeña que Germán que está encantado.

--es tu hija, no lo dudes...

Ramiro  no sabe qué decir.

--ven tómala en brazos... Tienes que sentir a tu hija... --Germán.

Ramiro  agarra a la pequeña en brazos algo torpemente y con miedo. Germán está en todo momento al pendiente de la pequeña, de la cabeza, que no se le caiga. Ramiro  se siente muy extraño. No la puede sentir como suya. No comparte la alegría de Germán.


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